17 de abril 2022 Editorial Volver

Héroes y paradojas de Malvinas: El torturador Giachino murió como héroe y Astiz fue un cobarde

Por Carlos Gamerro

A nadie sorprende que la apelación a virtudes marciales como el heroísmo guerrero y el valor en combate haya sido una constante de los discursos oficiales de las fuerzas armadas argentinas, especialmente durante la dictadura. Más notorio es que se haya mantenido luego de la recuperación de la democracia. Se hizo costumbre echarles en cara a los militares que fueron "valientes" para secuestrar, violar y torturar a sus compatriotas, y luego fueron "cobardes" a la hora de pelear contra el enemigo británico. Es problemático, porque parece implicar que si hubieran peleado valientemente en Malvinas entonces lo que hicieron en su propia tierra sería, de alguna manera, menos reprobable. Además, es cierto que muchos notorios torturadores y represores murieron peleando contra los ingleses, como el capitán de fragata Pedro Giachino, que hoy es honrado por más de cuarenta escuelas que llevan su nombre. La realidad del deseo querría que todos los asesinos de la dictadura fueran, como Astiz, los cobardes de Malvinas, pero los hechos no siempre la confirman.
Carlos Gamerro, autor de este ensayo, es uno de los grandes narradores contemporáneos de la Argentina y autor de "Las islas", la novela más extraordinaria que se haya escrito en torno de Malvinas junto a la fundacional "Los pichiciegos" de Rodolfo Fogwill. A 40 años del desembarco, El Extremo Sur publica su impecable texto "Héroes de Malvinas", incluido en su libro "Shakespeare en Malvinas" editado por Espacio Hudson Ediciones (www.espaciohudson.com) en 2018.
Por dar solo algunos ejemplos del discurso político acerca de Malvinas:
El 2 de abril de 2011, durante el acto del día del veterano y el caído en la guerra de Malvinas realizado en Río Gallegos, la presidente Cristina Fernández de Kirchner dijo de los veteranos que "a partir de una ley sancionada por la legislatura local pasarán a llamarse ‘héroes de Malvinas' en lugar de ‘veteranos' y esperamos sea replicada también en el orden nacional."
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, dijo en 2002, en un homenaje a los muertos del Crucero General Belgrano: "No hemos construido una patria que este a la altura del heroísmo de quienes hoy homenajeamos" y también, "yo envidio a quienes adquirieron desprecio por la propia vida y capacidad de entregarla por el otro y por su patria."
Eduardo Duhalde, ocupando circunstancialmente el sillón presidencial, dijo el 2 de abril del 2002, en el 20° aniversario de la guerra, "Las Malvinas son irrenunciablemente nuestras. Las lágrimas y la sangre de nuestros héroes regaron sus playas y sus montes, y no hay título de posesión más fuerte que el que otorga la sangre."
El presidente Carlos Saúl Menem, en 1999, al inaugurar el Monumento Gesta de Malvinas en Quequén, propuso "nuestros soldados no son como empanadas que se las come así nomás, abriendo la boca, han demostrado en las islas Malvinas que son los más valientes de la tierra."
El presidente Raúl Alfonsín, durante la sublevación de algunos oficiales y suboficiales del ejército contra el gobierno constitucional, en la Semana Santa de 1987, famosamente afirmó: "Los hombres amotinados han depuesto su actitud. Como corresponde serán detenidos y sometidos a la justicia. Se trata de un conjunto de hombres, algunos de ellos héroes de la guerra de las Malvinas, que tomaron esa posición equivocada."
Y el mismo Alfonsín, el 2 de abril de 1983, hablando de los caídos (muertos) en la guerra: "Cuántos ciudadanos de uniforme habrán deseado dejar sus cuerpos sin vida entre las piedras, la turba y la nieve, después de haber peleado con esfuerzo y osadía. Pero Dios vio a los virtuosos y de entre los valientes y los animados, de entre los dolidos y los apesadumbrados eligió a sus héroes. Eligió a estos que hoy memoramos... Esas trágicas muertes refuerzan aún más la convicción que tenemos sobre la justicia de nuestros derechos."
Por qué se apela al heroísmo guerrero
¿A qué puede deberse esta insistencia en apelar al heroísmo guerrero tras una dictadura sangrienta y una guerra desastrosa, en momentos en que ninguna guerra se avizoraba, cuando se intentaba por distintos medios construir una civilidad según principios de diálogo, negociación y consenso, ajenos y aun opuestos a los castrenses?
Sin ánimo de ser exhaustivo, se me ocurren en principio tres posibilidades:
1. Que quienes hablan tengan razón. Que los hombres, como argumentaba Carlyle y a veces repetía Borges, necesitamos héroes, y que los combatientes de Malvinas hayan sido efectivamente estos héroes que necesitamos.
2. Que sea un efecto de arrastre del discurso patriótico nacional constituido en el siglo XIX, en el cual todos los próceres fueron en algún o en todo momento militares. El héroe es una figura útil y necesaria en la transmisión de deberes y obligaciones del individuo para con el estado (sobre todo si el estado es presentado como la patria) y la producción y reproducción de ciudadanos. Según esta segunda hipótesis, quienes necesitan héroes no somos nosotros, sino el estado, o más precisamente, el estado necesita que necesitemos héroes.
Esta construcción estatal se ve apuntalada por discursos para- o incluso anti-estatales como el del antiimperialismo (de izquierda o de derecha, peronista o marxista) que recurren insistentemente a la retórica del heroísmo bélico, sobre todo cuando proponen a la lucha armada como método.
3. En algunos casos particulares, sobre todo el de Raúl Alfonsín durante la Semana Santa de 1987 y el de Carlos Menem, se agrega la necesidad o el deseo oportunista de aplacar o compensar a los militares. La frase "héroes de Malvinas" en particular, es utilizada por Alfonsín para mitigar la responsabilidad de los militares que se alzaron contra el gobierno constitucional encabezando un reclamo corporativo de impunidad por violaciones a los derechos humanos. Y a su vez, mitiga la responsabilidad del entonces presidente al haber cedido a estos reclamos: si son torturadores y asesinos, es una claudicación; si son "héroes de Malvinas", un reconocimiento. A partir de este momento la frase "héroes de Malvinas" se carga de un sentido nuevo: evocará para siempre, consciente o inconscientemente, una justificación o una mitigación de los crímenes de la dictadura: su hija directa es la Ley de Obediencia Debida, el más inmoral y abyecto de los legados del primer gobierno democrático.
4. A último momento se me presentó una cuarta hipótesis que quizás por su aparente banalidad sea la más verdadera: que los que pronunciaron estos discursos, sobre todo los varoncitos, hayan jugado mucho a los soldaditos de chicos, hayan leído demasiados libros de la colección "Robin Hood" y hayan visto demasiadas pelis de guerra en "Sábados de super acción" en la tele: el blanco y negro, todos sabemos, favorece las interpretaciones fantásticas de la realidad. Por suerte la televisión color ha llegado hace tiempo para corregir esta óptica distorsionada.
Todas estas explicaciones, se entiende, no son auto excluyentes. Pueden sumarse sin problema.
Pero antes de seguir adelante con estas elucubraciones, quizás sería bueno precisar qué se entiende por un héroe.
En la mitología clásica el héroe es el hijo de un dios y un mortal. Está determinado por su origen, por aquellos de quienes desciende, y su heroísmo antecede a sus actos heroicos. El héroe es quien encarna los valores más altos de una comunidad, es un modelo de virtud, un ejemplo a seguir. Su virtud principal es el coraje. El coraje, sabemos, no implica necesariamente no sentir miedo (aunque a veces se lo entienda en este limitadísimo sentido), sino actuar a pesar de él. No necesariamente el héroe debe demostrar siempre coraje. Héctor, cuando se lo ve venir a Aquiles, tiembla de terror, sale corriendo y da tres veces la vuelta a Troya antes de decidirse a hacerle frente. Y Héctor era y sigue siendo el paradigma del valor guerrero, a pesar de este momento de flaqueza. Los dioses se ponen junto a los hombres, infundiéndoles su valor, o los abandonan, llevándose con ellos su coraje: Marte puede ser tan inconstante como Eros. Ningún estigma se adosa al valiente que huye. Borges, en "El hacedor", resume así este momento: "El pudor estoico no había sido aun inventado y Héctor podía huir sin desmedro."
El coraje
En la mitología actual el hombre asciende a la categoría de héroe mediante sus actos. Estos no necesariamente deben resultar en victoria: el héroe puede ser derrotado, puede morir y convertirse en un mártir; en ese caso su muerte se resignifica como sacrificio. Pero lo que lo sigue caracterizando es el coraje.
Entre nosotros, quien anatomizó con mayor prolijidad las vicisitudes del coraje guerrero fue Borges: lo hizo en su serie más argentina, la literatura de los gauchos y los orilleros, y también, paradójicamente, en su serie más inglesa, la literatura de los guerreros anglosajones. El coraje, en Borges, es una cualidad personal que se tiene o no se tiene, aunque el hombre nunca puede estar seguro de tenerla o no hasta el enfrentamiento que lo defina para siempre como cobarde o valiente. Se es valiente o no se lo es: el acto de coraje meramente señala algo que ya estaba allí. A veces la vida no le da al hombre la oportunidad de probarse a sí mismo, pero la cualidad está, y Juan Dahlmann, protagonista de "El Sur", pudo saber que era valiente por una pelea a cuchillo librada en un sueño.

*Gamerro es narrador, ensayista y docente. Su obra publicada incluye las novelas "Las Islas" (1998), "El sueño del señor juez" (2000), "El secreto y las voces" (2002), "La aventura de los bustos de Eva" (2004) y "Cardenio" (2016), los cuentos de "El libro de los afectos raros" (2005) y los ensayos "Ulises. Claves de lectura" (2008), "Facundo o Martín Fierro" (Premio de la crítica a la mejor obra literaria de 2015) y Borges y los clásicos (2016). Escribió junto a Rubén Mira el guión del film Tres de corazones (2007), dirigido por Sergio Renán. Su obra teatral Las Islas se estrenó con dirección de Alejandro Tantanian en el Teatro Alvear (2001).

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